POLITICA

POLITICA

Real Academia Española

  1. adj. Perteneciente o relativo a la doctrina política.
  2. adj. Perteneciente o relativo a la actividad política.
  3. adj. Cortés, urbano.
  4. adj. Cortés con frialdad y reserva, cuando se esperaba afecto.
  5. adj. Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado. U. t. c. s.
  6. adj. Denota afinidad (‖ parentesco por razón de matrimonio) Padre político (suegro). Hermano político (cuñado). Hijo político (yerno). Hija política (nuera).
  7. f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.
  8. f. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.
  9. f. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.
  10. f. Cortesía y buen modo de portarse.
  11. f. Arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado.
  12. f. Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.

POLITIQUERIA

Intervenir en política, tratar la política con superficialidad y a la ligera.

Un buen político nace o se hace, pero lo preferible es que sea de vocación, que la adquiera desde su nacimiento y le guste tomar decisiones no solo para su beneficio sino para las mayorías.

Existen políticos profesionales y profesionistas, ¿Cuál es la diferencia? Los primeros son los que se dedican como principal función a la política, los representantes populares, gobernantes, legisladores, líderes de organizaciones obreras, agrarios y de las clases populares. Los políticos profesionistas, son los que se prepararon académicamente para ser servidores públicos de carrera.

Mi primera profesión fue la de Licenciado en Administración Pública, mi primer trabajo en el gobierno fue en el área de vivienda después en el Congreso del Estado, donde he estado desde hace 30 años, me considero una persona apta y capaz de desempeñar cualquier trabajo con espíritu de servicio, no soy un improvisado.

Muchas veces los políticos profesionales, lo que son gobernantes por elección popular, al conformar su equipo de trabajo, lo hacen con amigos los cuales no siempre tienen el perfil adecuado para el puesto. Es común ver como funcionarios públicos del área de penales a Ingenieros Agrónomos, etc.

No quiero decir que un funcionario con profesión diferente a su cargo no sea un buen servidor público, tenemos universidades que imparten la maestría en Ciencias Políticas y Administración Pública, donde pueden entrar de cualquier carrera, que sería lo más conveniente; pues es mejor primero elegir el perfil para el puesto y no darle el puesto ya creado a un amigo, o peor, crearle uno para él y que después se prepare para ejercerlo.

Aquí les dejo lo que Ramón Vargas-Machuca Ortega, catedrático de Filosofía Política y diputado de 1977 a 1993, ha escrito sobre cómo debe ser un buen político:

– No hay que contraponer políticos de profesión y de vocación. Para ejercer bien este oficio se requieren profesionales con fibra política. Promuévanse estímulos para atraer y retener a los apasionados de la política y no a quienes se acercan a ella porque no han encontrado nada mejor.

Un buen político no debe ser fantástico ni fanático, sino tener talento político, una mezcla de espíritu de justicia y sentido estratégico.

El político necesita información solvente. La complejidad casa mal con la retórica simplista y empuja a asesorarse por expertos imparciales. No para suplir ni para confirmar las decisiones del político, sino para reconocer los riesgos y evitar caminos vedados por el conocimiento.

El buen político no teme innovar. Pero innova para recuperar o preservar lo esencial del modelo, los componentes y funciones que dan valor a las propiedades distintivas de su proyecto. Por eso no desprecia la experiencia.

El político tenderá a ser prudente. Ejercerá en lo concreto, consciente de que aplicar criterios de justicia en lo particular no disuelve los conflictos, sino que a lo sumo los atenúa con arreglos a medias y logros con fecha de caducidad.

Un político no debe ser ni cruel ni cínico, pero sí astuto. Ante la malicia que asoma en las relaciones humanas, el político necesita cautela y sagacidad

Nos dice que “Cultivando estas disposiciones el político no obtendrá necesariamente éxitos, pero sí al menos el reconocimiento de que sus logros han sido fruto de proyectos valiosos y acciones bien hechas”.

EDITORIAL